
Un día más, pero diferente
Como todos los días, a esa misma hora, se oyó la campana que anunciaba el final de las clases. Llegaron las voces, los gritos, las carreras, las risas. Un inmenso ruido que los profesores habían interiorizado, pero que para cualquier otro menos acostumbrado se asemejaba a un furioso vendaval. En medio de toda esa vorágine se abrían paso las voces de los padres que, de alguna forma milagrosa, conseguían hacerse oír por su prole, en una conexión casi sobrenatural. Estas pautas