
Rivales
La amiga estaba sentada entre los dos. Les pidió que fueran a un sitio neutral donde pudieran hablar uno después de otro, dialogando y sin gritarse. Pero era tanta la tensión que lo único que hicieron fue comer, ni se miraron. —Creo que esta situación me supera —dijo Mary aprovechando que ambos tenían la boca llena—. Os quiero mucho a los dos y no voy a tomar partido por ninguno. Yo no soy una terapeuta y creo que deberíais acudir a un experto. —¿Y qué le contamos? —dijo Hila

La cita
Lo vi desde la ventana del coche camino de la cita. Él acudía en bici, por lo que me dio tiempo a maquearme cuando llegue al bar. Esperaba gustarle, él a mí desde luego me llamaba mucho la atención. Lo que había visto a través del cristal me había encantado. Ahora la duda era saber si yo le gustaría a él. Había engordado un poco (en realidad, bastante) desde que tomé las últimas fotos que le había guasapeado. Pero esperaba que no le importase. Sus últimas palabras fueron “me

Noche del 30 de abril de 1945
Él ya se había suicidado. Se voló la cabeza de un disparo. Yo no fui capaz y opté por envenenarme con cianuro. Todavía los efectos no habían comenzado. A penas hace un día nos habíamos casado y habíamos celebrando nuestro enlace con un modesto almuerzo. Él estaba allí tirado; mientras miraba la pequeña herida que era como una moneda en su frente no podía dejar de pensar en toda la paranoia que nos había rodeado desde meses atrás, cuando las fuerzas soviéticas entraron en Ber

Horizonte de sucesos
No tengo fórmula para ordenar los números de tu teoría. Se precipitan mis palabras atraídas por una fuerza sobrehumana. Atrapadas en un negro telón, caen por la gravedad sin dejar pasar la luz. En la periferia de tu magnetismo leo tus líneas y ordeno mi entropía. Pero tus labios me arrastran al incumplimiento de leyes y caigo indefensa en el agujero negro de tu pupila. Y ahí, dentro de ti, en el centro del desatino, me desintegro. No imaginé nunca que cruzar el horizonte de s