
La cita
Lo vi desde la ventana del coche camino de la cita. Él acudía en bici, por lo que me dio tiempo a maquearme cuando llegue al bar. Esperaba gustarle, él a mí desde luego me llamaba mucho la atención. Lo que había visto a través del cristal me había encantado. Ahora la duda era saber si yo le gustaría a él. Había engordado un poco (en realidad, bastante) desde que tomé las últimas fotos que le había guasapeado. Pero esperaba que no le importase. Sus últimas palabras fueron “me

Pentagrama
Cuando entro en la sala de rehabilitación siempre cierro los ojos. Y sigo con ellos cerrados hasta que termino de hacer los ejercicios en las espalderas. Ya sé que es obsesión mía, que es absurdo que el reloj que preside la pared situada frente a mí siempre marque el mismo número estén donde estén sus agujas. En vez de la numeración habitual sólo tiene cuatro palotes y una raya que los atraviesa, como una lanza cortándolos por la mitad, en un recordatorio infinito de la hora

Demasiado blanco, suficiente negro
Ha vuelto a fallarse. Lucha, coge aire. Se mira en el espejo y se anima a sí misma. Baila desnuda por toda la casa e intenta quererse un poco. Recoge las flores que nunca le regalarán y llora por todo aquello que no perderá. Por una parte bien, por otra parte mal. No consigue dejar de contradecirse; demasiado blanco, el suficiente negro. Intenta averiguar qué es correcto y qué no, pero solo encuentra grises. Se finge a sí misma una sonrisa, se finge libre, se finge bien para