
Rivales
La amiga estaba sentada entre los dos. Les pidió que fueran a un sitio neutral donde pudieran hablar uno después de otro, dialogando y sin gritarse. Pero era tanta la tensión que lo único que hicieron fue comer, ni se miraron. —Creo que esta situación me supera —dijo Mary aprovechando que ambos tenían la boca llena—. Os quiero mucho a los dos y no voy a tomar partido por ninguno. Yo no soy una terapeuta y creo que deberíais acudir a un experto. —¿Y qué le contamos? —dijo Hila

La cita
Lo vi desde la ventana del coche camino de la cita. Él acudía en bici, por lo que me dio tiempo a maquearme cuando llegue al bar. Esperaba gustarle, él a mí desde luego me llamaba mucho la atención. Lo que había visto a través del cristal me había encantado. Ahora la duda era saber si yo le gustaría a él. Había engordado un poco (en realidad, bastante) desde que tomé las últimas fotos que le había guasapeado. Pero esperaba que no le importase. Sus últimas palabras fueron “me

Pentagrama
Cuando entro en la sala de rehabilitación siempre cierro los ojos. Y sigo con ellos cerrados hasta que termino de hacer los ejercicios en las espalderas. Ya sé que es obsesión mía, que es absurdo que el reloj que preside la pared situada frente a mí siempre marque el mismo número estén donde estén sus agujas. En vez de la numeración habitual sólo tiene cuatro palotes y una raya que los atraviesa, como una lanza cortándolos por la mitad, en un recordatorio infinito de la hora

Demasiado blanco, suficiente negro
Ha vuelto a fallarse. Lucha, coge aire. Se mira en el espejo y se anima a sí misma. Baila desnuda por toda la casa e intenta quererse un poco. Recoge las flores que nunca le regalarán y llora por todo aquello que no perderá. Por una parte bien, por otra parte mal. No consigue dejar de contradecirse; demasiado blanco, el suficiente negro. Intenta averiguar qué es correcto y qué no, pero solo encuentra grises. Se finge a sí misma una sonrisa, se finge libre, se finge bien para

El artista
Miro la escena maravillado. Jamás en mi vida trabajé con tanta precisión. Jamás los colores casaron de una manera tan perfecta. Realmente me he esforzado esta vez, y el resultado me deja impresionado. Les he puesto unos vestidos realmente bonitos. Sedas de gran calidad. Es lo mínimo que se merecen. Por supuesto, les he drenado la sangre, como siempre hago. No quiero que ensucien la escena. Tanto Lidia como Clara lucen una hermosa palidez. El surco morado que ha dejado la cuer

Aparcamiento de Gran Vía. Plaza 32, sotano 1.
Me llamo Salustiano Peláez García, y soy de Puertollano. Empezada así, mi historia es posible que no les diga nada, que incluso ni llegue a engancharles. Circunstancia que me colocaría en el mundo de lo anodino, y a ustedes les haría perder el tiempo. Probablemente, y con toda seguridad, después de mi presentación, se hayan quedado con lo vano de mi nombre y con mi ubicación geográfica, lo que seguramente les haya llevado a imaginarme bajito, algo grueso, de barriga generosa,

Horizonte de sucesos
No tengo fórmula para ordenar los números de tu teoría. Se precipitan mis palabras atraídas por una fuerza sobrehumana. Atrapadas en un negro telón, caen por la gravedad sin dejar pasar la luz. En la periferia de tu magnetismo leo tus líneas y ordeno mi entropía. Pero tus labios me arrastran al incumplimiento de leyes y caigo indefensa en el agujero negro de tu pupila. Y ahí, dentro de ti, en el centro del desatino, me desintegro. No imaginé nunca que cruzar el horizonte de s

Fotografía de Calcuta
Sé de dónde eres
pero no distingo el suelo que pisas.
Sé que hay sueños en la madeja de tu pelo,
que no es suciedad lo que te arropa
sino nuestras inoportunas sombras. Sé que no pides con tu mirada,enseñas tu futuro,
los pliegues duros de tu infancia,
tus diminutas manos que esconden
un poderoso secreto en cada pulsera. No sé tu nombre,
en realidad sólo sé que no
te abrocha el vestido de la vida
y que al mirarme has encogido mis tallas
para soñarte en un pijama tod